En la frontera de Ceuta. Una aproximación, 27 y 28 julio 2016

Los días 27 y 28 de julio, un equipo de la APDHA Cádiz viajó a Ceuta para desarrollar la recogida de información de campo necesaria para distintos proyectos relacionados con la frontera sur (Mujeres Porteadoras y Derechos Humanos en la Frontera Sur).
El objetivo consistía en fortalecer las redes y contactos para seguir trabajando con las entidades relacionadas con las mujeres “Porteadoras” y su problemática, así como la realización de tareas de investigación de campo y entrevistas con distintas entidades que llevan a cabo sus trabajos con la población inmigrante de la ciudad. Este será un un ámbito novedoso del próximo informe “Derechos Humanos en la Frontera Sur”, a través del que pretendemos profundizar en el conocimiento de las demandas, reivindicaciones y realidad cotidiana que se vive en la ciudad de Ceuta como ciudad fronteriza.
Destacamos la opacidad del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), a pesar de las gestiones realizadas fue imposible obtener una autorización para conocer sus instalaciones y sistema de funcionamiento.
Afortunadamente pudimos entrevistarnos con los compañeros de Digmund, Pedagogía Ciudadana, Asociación Unificada de la Guardia Civil y Jabiba de la asociación Ál-Ambar, todos con gran predisposición para la colaboración en la lucha contra la discriminación y vulneración de DDHH y facilitadores en todo momento.
Visitamos el polígono El Tarajal tras el cierre del paso de Biutz, momento en el que la actividad frenética de la mañana disminuye, pero no cesa, recorrimos la frontera del Tarajal y el paso (ya cerrado) de Benzú.
Comprobamos tras las diversas entrevistas, cómo el trabajo que se intenta realizar desde estas organizaciones se centra en conseguir que Ceuta sea una ciudad donde la interculturalidad sea una realidad y toda la población se convierta en agentes activos e implicados, así como denunciar las continuas y sistemáticas vulneraciones de derechos humanos, sobre todo con menores, sus familias y las mujeres, por parte de la administración y de los mandos superiores de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.
Además, pudimos comprobar el “fenómeno” de la apertura de la frontera de Ceuta, visitar el polígono del Tarajal en plena actividad (gracias a la compañía de uno de los presidentes del polígono, de no ser por su presencia la policía no nos hubiera permitido el paso) y obtener información sobre el circuito y gestión de este comercio atípico de Ceuta a Marruecos, donde la mercancía tiene más garantías que los derechos humanos de las personas.
Merece la pena describir con detalle lo impactante de la observación del paso del Tarajal:
La imagen que nos encontramos nada más llegar poco antes de las 7 de la mañana impresiona: varios centenares de pequeñas mujeres porteadoras alineadas ante el paso de la frontera, alborotadas, muchas gritando y controladas por altos y robustos agentes de la Guardia Civil. Qué día más duro esperaba a estas señoras: Primero resistiendo el frío y la humedad matutinas que pronto se convertirían en un clima muy caluroso bajo un sol abrasador y teniendo que transportar de un lado a otro de la frontera bultos de mercancías que a veces podían superar el propio peso de la porteadora.
El paso ante el que hacían cola no resultó ser el pasillo que conecta Ceuta y Marruecos tal y como parecía a primera vista, realmente dirige a la puerta que conecta la estructura metálica fronteriza con el Polígono El Tarajal, la mujeres desaparecen por esta entrada y acceden a Marruecos por un paso específico para ellas en el mismo polígono; este es el paso del Biutz.
Durante nuestra observación antes de la salida del sol, costaba quedarse quieta por el frío y el olor a orina que dominaba la zona. Ese fuerte olor provenía de la zona del murete tras el que se podía ver las rocas de la playa, muy cerca al espigón del Tarajal, donde en 2014 murieron 15 personas que intentaban pasar la frontera a nado.
Al poco de abrir el paso de frontera aparecieron los GRS (antidisturbios) que junto con los agentes de la Guardia Civil y los de la Policía Nacional, están a cargo de «mantener el orden» en la frontera y «garantizar» la seguridad ciudadana.
La llegada de los GRS armados puso en evidencia la agresividad del ambiente, ya comenzábamos a sentir profundamente la hostilidad de la zona.
Notamos la diferencia de roles y jerarquías, llamó poderosamente nuestra atención la presencia de lo que parecía ser un organizador de la fila de las porteadoras, con chaleco naranja y apariencia marroquí, pero cuyas gestiones en la fila eran apoyadas en la imposición de orden por un agente de la Guardia Civil. Si una señora formaba un pequeño escándalo, el agente la sacaba de la cola. A alguna la llevaron a la entrada de la frontera, a otras al final de la cola, a otras a la playa a esperar con aquellas porteadoras que no habían pernoctado en Ceuta (que por cierto, no está permitido pero es una práctica habitual que se pasa por alto por la policía). Estas señoras, que desde la mañana temprano se habían posicionado en la cola luchando por sus puestos con uñas y dientes, eran las que habían pernoctado y las que en principio, parecían tener prioridad en el acceso al Polígono.
La segregación por sexos, el trato más desfavorable a las mujeres, la clara discriminación al sexo femenino, la invisibilización del trato vejatorio, la presencia de personas con discapacidad severa como vía de uso de sillas con ruedas para transportar la carga, la impunidad de los organizadores de ese teatro (evidente labor de paso de mercancías en un lugar donde no hay aduana comercia, visible y clamoroso), la colaboración de las Fuerzas de Seguridad españolas, el ejercicio de una actividad no reglada, la desprotección de los derechos más básicos y de los derechos del trabajo. Todo esto mezclado con el típico trasiego fronterizo, generan una imagen ignominiosa de la que las autoridades de este país deberían avergonzarse profundamente.
Nos quedaba ver el otro lado de la frontera para terminar el periplo de reconocimiento del terreno y escenas resultado de esta situación atípica.
Visitar Castillejos es una experiencia para la toma de conciencia sobre el efecto de la llegada de un caudal tan inmenso de mercancía, que hace su primera parada junto a la frontera. El mercadillo desplegado parece absorber las calles y plazas de este pueblo. Se mezclan en las mesas de venta productos de diversa índole; textiles, alimenticios, tecnológicos… Viejo, nuevo, de calidad ínfima, de fabricación asiática, española y mil características más que harían imposible generar un inventario de clasificación sin perder la cordura.
Impacta ver este efecto del consumo exacerbado, del mercado precario que mueve ingentes beneficios para quienes no pisan este escenario.
Quienes lo representan y padecen, parecen desvanecerse hasta llegar a ser invisibles, insignificantes en todo este proceso. Nos empeñamos en verlas a ellas, a las porteadoras, nos hemos propuesto sentirlas y reconocer su existencia intensa en la lucha por la supervivencia.


Ana Rosado, Blanca Goenechea, Cristina Fuentes, Cristina Serván

(equipo APDHA)
Ceuta 28 de julio

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