Un día cualquiera en la Frontera Sur

Píkara Magazine. “La travesía fronteriza desde el puesto marroquí al español es un cúmulo de violaciones al término igualdad”, escribe Cristina Fuentes. Esta investigadora social relata su paso diario por la frontera de El Tarajal, la que separa Ceuta de Marruecos, pero también la que separa África de Europa, la frontera sur.

Cristina Fuentes*

Foto: Ramón Palmeral

Foto: Ramón Palmeral

Suena el despertador son las seis de la mañana, tardo dos minutos eternos en saber dónde estoy, qué hago aquí, y por qué me estoy levantando de noche. Ducha rápida, cuido mi vestimenta porque, pese a que sea finales de julio, no usaré pantalón corto, tampoco camiseta de tirantes ni escotada. Algo de maquillaje que me tape las ojeras y raya de lápiz negro en los ojos. Salgo corriendo.

Tengo que atravesar la medina de Tetuán, compro un café y bajo a la parada de taxis. Espero que se llenen las plazas del taxi que compartiré con otras seis personas hasta la frontera, y nos ponemos en marcha. Durante el trayecto recuerdo la sensación de asfixia que me generaba ir cuatro personas con más edad que tú en la parte de atrás de un coche. Ahora todo eso ha desaparecido. La repetición de los acontecimientos más insólitos los convierte en normalidad. Quince dírham –un euro y medio-, y cuarenta minutos de trayecto después llego a la frontera de El Tarajal. La cotidianidad, en este caso, no ha conseguido quitarme la sensación de presión del cuerpo cada vez que llego a esta frontera. El calor apremiante, la multitud de personas que quieren ofrecerte cualquier cosa por un par de dírham y las colas para entrar a la parte española hacen que el aire pese y el ruido fronterizo retumbe dentro de ti. Te repites: Tranquila, eres investigadora, es lo que tienes que hacer, observa y quédate con los detalles.   SIGUE LEYENDO EN FUENTE ORIGINAL

 

*Cristina Fuentes es investigadora social y colaboradora de Frontera Sur.

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